El 18 de Junio de 1961
tuvo lugar la primera Aparición de San Miguel en Garabandal, pueblo
de la Comunidad de Cantabria, de nombre completo San Sebastián de
Garabandal, situado a los pies de la histórica Peña Sagra y en las
estribaciones de los Picos de Europa. San Miguel se apareció varios días a las
cuatro niñas con el fin de prepararlas para la venida de
la Virgen María en la tarde del domingo día 2 de Julio
de 1961.
Las cuatro niñas, Conchita, Mari Loli,
Jacinta y María Cruz viven con la Virgen María una vida
familiar y cariñosa, de Ella aprendieron enseñanzas y
vivencias que les mostraban
como vivir familiarmente con Dios en la vida diaria y también conocieron mensajes y profecías, muchos
de carácter privado, otros muchos de gran importancia
para la Iglesia y la humanidad entera.
Estas Apariciones tuvieron lugar desde el
año 1961 hasta 1965 siendo especialmente numerosas las
Apariciones de la Virgen en los dos primeros años pero
su importancia se debe a que se acercan los principales
acontecimientos anunciados por la Virgen y del mismo modo
que todo lo que la Virgen dijo entonces se cumplió también
los sucesos que vienen se han de cumplir.
El sacerdote jesuita Padre Luis María Andreu
fue el primer sacerdote que vio a la Virgen de
Garabandal al mismo tiempo que la veían las niñas, también vio el Milagro que viene. El
día que tuvo la dicha de ver a la
Virgen y el Milagro, la Virgen le dijo que pronto estaría con Ella en el
Cielo y cuando bajó del pueblo dijo al párroco D.
Valentín “Lo que las niñas dicen es verdad”, durante
el viaje de vuelta dijo “Para mí ya no hay duda de que lo que dicen las
niñas es verdad, qué gracia mas grande me ha dado la Virgen, qué Madre
mas buena tenemos en el Cielo, hoy es el día mas feliz de mi vida”,
murió poco después de felicidad y
sin dolor alguno.
Las
noches de los GRITOS
En torno a la fiesta del Corpus de 1962 se
vivió en Garabandal uno de los "momentos estelares" de su historia o proceso.
Esa fiesta de exaltación eucarística, que se venía celebrando en España con una solemnidad externa seguramente superior a cualquier otra y que han distinguido nuestras hermanos franceses con un nombre único: "Fiesta de Dios" (verdaderamente "de Dios", porque es por antonomasia la fiesta del "Dios con nosotros"), iba a sufrir pronto, en los días postconciliares, no pequeño eclipse... como resultado de ciertas perturbaciones doctrinales, como resultado de la ardorosa lucha de bastantes contra el "triunfalismo" en la Iglesia, como resultado del celo "desacralizador" de no pocos clérigos, como resultado de..., etc. Pero en Garabandal, aquel año de 1962, se vivió como nunca.
Tres días antes ocurrió algo que me parece no ha sido notado suficientemente: la activa reaparición del arcángel San Miguel.
Ahora, en vísperas de la fiesta del Corpus, él vuelve a actuar casi como al principio.
Dicha fiesta cayó aquel año el 21 de junio, jueves, y del lunes anterior, día 18, escribió don Valentín:
Al anochecer fue Mari Cruz al "Cuadro" y allí se quedó en éxtasis, y después fue por el pueblo. Al poco tiempo salieron Jacinta y Mari Loli. fueron también al "Cuadro" y allí cayeron en éxtasis. Dicen que vieron al ángel.
Esa fiesta de exaltación eucarística, que se venía celebrando en España con una solemnidad externa seguramente superior a cualquier otra y que han distinguido nuestras hermanos franceses con un nombre único: "Fiesta de Dios" (verdaderamente "de Dios", porque es por antonomasia la fiesta del "Dios con nosotros"), iba a sufrir pronto, en los días postconciliares, no pequeño eclipse... como resultado de ciertas perturbaciones doctrinales, como resultado de la ardorosa lucha de bastantes contra el "triunfalismo" en la Iglesia, como resultado del celo "desacralizador" de no pocos clérigos, como resultado de..., etc. Pero en Garabandal, aquel año de 1962, se vivió como nunca.
Tres días antes ocurrió algo que me parece no ha sido notado suficientemente: la activa reaparición del arcángel San Miguel.
Ahora, en vísperas de la fiesta del Corpus, él vuelve a actuar casi como al principio.
Dicha fiesta cayó aquel año el 21 de junio, jueves, y del lunes anterior, día 18, escribió don Valentín:
Al anochecer fue Mari Cruz al "Cuadro" y allí se quedó en éxtasis, y después fue por el pueblo. Al poco tiempo salieron Jacinta y Mari Loli. fueron también al "Cuadro" y allí cayeron en éxtasis. Dicen que vieron al ángel.
¿Se daría cuenta don Valentín de la novedad de esto? San Miguel viene de nuevo solo, y solo actúa (Que el ángel apareció esta vez solo, me parece claro por lo que escribió a continuación don Valentín: Dijeron (las niñas) que más tarde verían a la Virgen.).
¿Se daría cuenta don Valentín de la fecha que era? ¡18 de junio! Hacía exactamente un año que en aquellos mismos lugares se habían encontrado por primera vez el arcángel y las niñas. ¡Cuántas cosas habían pasado desde entonces! Pero bastantes más habían aun de pasar.
Del día siguiente, martes, 19, escribió él:
A las diez y media (de la noche) estaban Jacinta, Mari Loli y Mari Cruz en el "Cuadro"... (Antes habían ido Loli y Jacinta, corriendo, y al llegar, quedaron en éxtasis, y dicen que vieron al ángel, y les dijo que volvieran al "Cuadro" a las diez y media; entonces ellas bajaron al pueblo y luego subieron con Mari Cruz...)
"Las niñas lloraban y decían:
¡No nos digas
eso! Llévanos a nosotras... ¡Que se confiesen... que se preparen!
Después dijeron que lo darían (lo que el ángel
les había comunicado) por escrito... Duró cincuenta minutos."
"Me cuenta mi cuñada Eloísa (estaba pasando con su hija unos días en Garabandal) que al anochecer del 19 de junio se encontraba con otras personas en casa de Conchita. Su madre no la dejaba salir, por tener bastante mala una rodilla. De pronto, la niña se queda en éxtasis, cayendo tan bruscamente de rodillas, que se hizo sangre. Entonces Eloísa le dijo a Aniceta:
¿Qué hacía entretanto Conchita? ¿Por qué faltaba en aquel importantísimo acto de "la calleja"? Unos apuntes de don Celestino Ortiz nos lo van a declarar:
"Me cuenta mi cuñada Eloísa (estaba pasando con su hija unos días en Garabandal) que al anochecer del 19 de junio se encontraba con otras personas en casa de Conchita. Su madre no la dejaba salir, por tener bastante mala una rodilla. De pronto, la niña se queda en éxtasis, cayendo tan bruscamente de rodillas, que se hizo sangre. Entonces Eloísa le dijo a Aniceta:
–No adelanta nada con no dejarla salir; mire
lo que se ha hecho.
–Por mí, que salga.
La niña no salió, pero extática como estaba,
cogió una cuartilla y sosteniéndola por el borde inferior, ¡en el aire!,
empezó a escribir sobre ella con un bolígrafo. Acercando linternas, la gente
quería leer lo que escribía, y ella trataba de evitarlo.
–No miréis –dijo alguien–, que ella no quiere.
Subió entonces a su habitación, cambió de
bolígrafo y siguió escribiendo.
–¿No han oído los gritos que daban las otras niñas en "la calleja"?
Cuando aquello había acabado, y ella estaba ya normal, entra Plácido (Nuestro conocido comerciante de Santander, Plácido Ruiloba.), muy afectado por una fuerte emoción, y exclama:
–¿No han oído los gritos que daban las otras niñas en "la calleja"?
–No.
–¡Ha sido espantoso!"
Ciertamente, lo de "la calleja" en aquella noche del 19 de junio, primera noche "de los gritos", como empezó a decir la gente, debió de ser muy serio e impresionante (Sólo años más tarde, bastantes años, se nos ha dado alguna información precisa sobre el "contenido" de esa noche.
La revista neoyorkina "Needles", en su número de febrero de 1978, recogía unas declaraciones del marido –norteamericano– de Jacinta (como portavoz, naturalmente, de ésta); según tales declaraciones, lo que Loli y Jacinta vieron y entendieron durante la primera "noche de los gritos" fue especialmente a propósito del Aviso... (véase más adelante, en el capítulo III de la 3.ª Parte); y la noche siguiente fue cuando ellas dos y Conchita tuvieron las visiones sobre el castigo.
Podemos pensar que, o Jacinta y Loli no entendieron bien por entonces la distinción entre Aviso y Castigo, o que ellas, deliberadamente, guardaron completo silencio a propósito del Aviso, pues sólo Conchita, y ya tardíamente (como consecuencia de su visión del 1 de enero de 1965), empezó a decir cosas sobre un Aviso que iba a venir antes del Milagro.). Acabamos de ver la anotación de don Valentín:
"Después dijeron que lo darían por escrito." Así fue, en efecto, y anda por ahí un corto mensaje de echa de 19 de junio de 1962, con las firmas de Mari Loli y Jacinta (¿sería el mismo mensaje lo que Conchita extática trataba d escribir en su casa sobre la cuartilla apoyada en el aire? (Don Valentín, que no estaba presente, escribió en sus anotaciones: "Conchita escribió unas contestaciones a tres personas.") He visto no pocas copias de dicho mensaje, con ligerísimas variantes; pero yo lo doy aquí según una fotocopia del texto que ellas entregaron, escrito y firmado de su mano, a cierta persona de confianza. Evidentemente, dicho mensaje es un palidísimo reflejo de lo que ellas vieron y entendieron en aquella primera noche "de los gritos":
"La Virgen nos ha dicho
(Es difícil precisar si fue la Virgen quien
personalmente les presentó todas estas cosas, o lo hizo por medio del
arcángel...)
que no esperamos el Castigo; pero sin esperarlo vendrá;
porque el mundo no ha cambiado, y ya lo ha dicho con ésta dos veces;
y no la atendemos, porque el mundo está peor;
y hay que cambiar mucho, y no ha cambiado nada.
Preparadvos (Forma incorrecta del imperativo, en vez de "preparaos".), confesar, que el Castigo pronto vendrá, y el mundo sigue igual... Lo digo: que el mundo sigue igual.
¡Qué pena que no cambie! Pronto vendrá el Castigo muy grande, si no cambia.
Lo que ellas buscaban con esa forma reiterativa, dentro de su pobrísima capacidad de expresión, era inculcar apremiantemente las dos o tres cosas fundamentales que habían entendido y vivido (¡y cómo!) en el curso de la aparición:
–Que el Castigo (lo escribo con mayúscula para que nadie lo confunda con un castigo cualquiera), anunciado en el primer mensaje, del 18 de octubre, va a venir inexorablemente..., porque sólo una actitud penitencial de cambio podría librarnos de él y, en lugar de esto, lo que se está produciendo en el mundo es una marcha acelerada por el camino de los peores desórdenes.
que no esperamos el Castigo; pero sin esperarlo vendrá;
porque el mundo no ha cambiado, y ya lo ha dicho con ésta dos veces;
y no la atendemos, porque el mundo está peor;
y hay que cambiar mucho, y no ha cambiado nada.
Preparadvos (Forma incorrecta del imperativo, en vez de "preparaos".), confesar, que el Castigo pronto vendrá, y el mundo sigue igual... Lo digo: que el mundo sigue igual.
¡Qué pena que no cambie! Pronto vendrá el Castigo muy grande, si no cambia.
MARÍA DOLORES MAZÓN, JACINTA GONZÁLEZ."
Aquí está el mensaje fielmente reproducido; sólo
es cosa mía la puntuación y la distribución por líneas, para que quede menos
embarullado y se capte mejor su contenido (las niñas lo escribieron todo
seguido, sin una sola coma ni un solo punto).
Lo que ellas buscaban con esa forma reiterativa, dentro de su pobrísima capacidad de expresión, era inculcar apremiantemente las dos o tres cosas fundamentales que habían entendido y vivido (¡y cómo!) en el curso de la aparición:
–Que el Castigo (lo escribo con mayúscula para que nadie lo confunda con un castigo cualquiera), anunciado en el primer mensaje, del 18 de octubre, va a venir inexorablemente..., porque sólo una actitud penitencial de cambio podría librarnos de él y, en lugar de esto, lo que se está produciendo en el mundo es una marcha acelerada por el camino de los peores desórdenes.
–Que sólo quienes "se preparen", mediante un
sincero retorno a Dios y el mantenerse en oración y vigilancia, podrán
afrontar en debidas condiciones la terrible prueba
(Los castigos de Dios en este mundo nunca tienen una exclusiva razón de
"ajustar cuentas" vindicativamente; vienen siempre impregnados de
misericordia, ofreciendo ocasión, a cada uno, de "satisfacer" por sí mismo o
por los demás, mediante la buena aceptación de los males que llegan.).
A buena hora de la mañana llegó el P. Félix Larrazábal, superior de los Franciscanos de San Pantaleón de Aras (Santander), llamado por don Valentín para que le hiciera en el pueblo la fiesta del Corpus. Poco después de su llegada, se dirigió a casa de Conchita; pero no encontró a nadie.
"Estábamos acompañando –dice la cuñada del doctor Ortiz– a Conchita en los Pinos, donde ella esperaba recibir la comunión por el ángel; rezábamos y aguardábamos; pero se demoraba mucho. En esto, su madre se acercó a la ladera y vio delante de su casa una persona que le pareció fraile o sacerdote:
Garabandal, aquella noche, después de los impresionantes gritos de las niñas, de sus lágrimas y de su hablar (entrecortado, incoherente), no debió de tener un sueño muy tranquilo... Pero fue aún peor al día siguiente.
A buena hora de la mañana llegó el P. Félix Larrazábal, superior de los Franciscanos de San Pantaleón de Aras (Santander), llamado por don Valentín para que le hiciera en el pueblo la fiesta del Corpus. Poco después de su llegada, se dirigió a casa de Conchita; pero no encontró a nadie.
"Estábamos acompañando –dice la cuñada del doctor Ortiz– a Conchita en los Pinos, donde ella esperaba recibir la comunión por el ángel; rezábamos y aguardábamos; pero se demoraba mucho. En esto, su madre se acercó a la ladera y vio delante de su casa una persona que le pareció fraile o sacerdote:
–Parece que trae cordones blancos...
"¡Por algo hemos esperado tanto allá arriba! Siempre que hay un sacerdote que de la comunión, no la recibe del ángel"."
Por la tarde hubo algunas confesiones de personas devotas, a la hora del rosario; la mayoría de la gente andaba a las faenas del campo, que en aquella época del año urgían mucho, y más teniendo por delante un día rigurosamente festivo, en el que no se podía trabajar.
Cuando las sombras cayeron de lleno sobre el pueblo, casi todo el mundo se puso a la expectativa de lo que pudiera ocurrir, pues todos estaban muy impresionados con lo de la noche anterior.
Sabemos por don Valentín, que recoge lo que le dijeron, que las niñas
"fueron al Cuadro como el día anterior, hacia las 10,30 de la noche; dijeron que habían visto al ángel..., quien les dijo que después vendría la Virgen, pero que la gente se mantuviera alejada, que no pasara nadie de la última casa del pueblo. Así lo hicieron todos; mas parece que el Padre franciscano –que seguramente era el único sacerdote presente– mostró intención de llegarse hasta donde estaban las niñas. Ceferino le cortó el paso, diciendo: "Aquí somos todos iguales". Después, parece que a las niñas se les oyó llorar mucho...;
Lo que don Valentín refiere así de oídas, queda bien confirmado por la vivencia personal de doña Eloísa de la Roza:
"Las niñas daban uno gritos impresionantes... y decían: "¡Espera! ¡Espera!... ¡Que se confiesen todos!... ¡Ay!... ¡Ay!..."
Conchita, al oír esto, se apresuró a bajar y, detrás de ella, nosotras. Efectivamente, era un Padre franciscano; celebró la misa y nos dio la comunión. Su madre comentaba:
"¡Por algo hemos esperado tanto allá arriba! Siempre que hay un sacerdote que de la comunión, no la recibe del ángel"."
Por la tarde hubo algunas confesiones de personas devotas, a la hora del rosario; la mayoría de la gente andaba a las faenas del campo, que en aquella época del año urgían mucho, y más teniendo por delante un día rigurosamente festivo, en el que no se podía trabajar.
Cuando las sombras cayeron de lleno sobre el pueblo, casi todo el mundo se puso a la expectativa de lo que pudiera ocurrir, pues todos estaban muy impresionados con lo de la noche anterior.
¿Qué sucedió para que las niñas dieran aquellos gritos?
Lo
que refiere doma Eloísa de la Roza Velarde
"A primera hora de la noche –habla de nuevo
doña Eloísa de la Roza Velarde–, yo me acerqué a casa de Mari Cruz, a recoger
un rosario que le había dejado, y por el camino me enteré de que ya estaban
las otras en la Calleja; me volví en seguida a buscar a mi hija, pero no la
encontré. Entonces marché con toda prisa al lugar indicado, y allí estaba
ella, con Maximina en cuya casa nos hospedábamos) y muchas más personas, entre
ellas el P. Félix Larrazábal."
Sabemos por don Valentín, que recoge lo que le dijeron, que las niñas
"fueron al Cuadro como el día anterior, hacia las 10,30 de la noche; dijeron que habían visto al ángel..., quien les dijo que después vendría la Virgen, pero que la gente se mantuviera alejada, que no pasara nadie de la última casa del pueblo. Así lo hicieron todos; mas parece que el Padre franciscano –que seguramente era el único sacerdote presente– mostró intención de llegarse hasta donde estaban las niñas. Ceferino le cortó el paso, diciendo: "Aquí somos todos iguales". Después, parece que a las niñas se les oyó llorar mucho...;
Lo que don Valentín refiere así de oídas, queda bien confirmado por la vivencia personal de doña Eloísa de la Roza:
"Las niñas daban uno gritos impresionantes... y decían: "¡Espera! ¡Espera!... ¡Que se confiesen todos!... ¡Ay!... ¡Ay!..."
La gente empezó a pedir y pedirse perdón
públicamente...
El Padre, muy emocionado, rezaba en alta voz,
y todos le seguíamos... Cuando cesaba un momento, las niñas, de la manera más
angustiosa, volvían a llorar y a gritar..., aplacándose de nuevo cuando
proseguía el rezo... (Compárese esta escena de
Garabandal, en la hora novísima (1 Jn 2,18) del mundo, con la escena del Éxodo
(17, 8-12), cuando la Historia de la Salvación casi comenzaba:
"Vinieron los amalecitas y atacaron a Israel en Refidim... Josué cumplió las
órdenes de Moisés, y salió a combatir a Amalec."
"Mientras tanto, Moisés, Aarón y Hur subieron al monte. Y sucedió que, cuando
Moisés tenía alzadas las manos (en oración), llevaba Israel las de ganar; pero
cuando las bajaba, era Amalec quien se imponía..."
¡Sugestiva lección sobre lo que puede valer nuestro orar frente a toda clase
de situaciones!).
Al volver a la normalidad (las notas de don
Valentín dicen que la impresionante aparición acabó como a las dos de la
madrugada), dijeron las niñas que ellas se quedaban allí, toda la noche, en
oración.
–¿Y nosotros? –preguntamos los
circunstantes.
–Como quieran.
Creo que nadie se movió; estuvimos rezando con
ellas (don Valentín dice que se rezaron unos cuantos rosarios) hasta las seis
de la mañana.
A esa hora (ya estaba en el cielo un
hermoso amanecer), el P. Larrazábal se fue para la iglesia, siguiéndole todo
el pueblo. Y empezó el desfile de confesiones... Se confesó todo el pueblo; y,
al parecer, fueron confesiones de una sinceridad y arrepentimiento
verdaderamente extraordinarios."
Este santo temor de Dios lo vivieron como nunca los hombres y las mujeres de Garabandal en las dos "noches de los gritos". Meses más tarde, todavía se conservaba vivísima la impresión.
El 24 de septiembre, doña María Herrero de Gallardo escribía desde Santander a su hermana Menchu, residente en Madrid, y le decía:"
¿Cómo hubiera podido ser de otro modo, después de aquella preparación, comunitaria y personalísima, de la Calleja? El puro amor de Dios será siempre el gran valor y la gran meta de toda vida espiritual; pero sin descuidar el "santo temor de Dios", que desde muy antiguo se nos ha presentado como el "principio de la sabiduría" (Eccl 1, 16).
Este santo temor de Dios lo vivieron como nunca los hombres y las mujeres de Garabandal en las dos "noches de los gritos". Meses más tarde, todavía se conservaba vivísima la impresión.
El 24 de septiembre, doña María Herrero de Gallardo escribía desde Santander a su hermana Menchu, residente en Madrid, y le decía:"
Estuve mucho tiempo hablando a solas con la
madre de Jacinta, y me dijo que las vísperas del Corpus habían sido
terribles... Las niñas se fueron al "Cuadro", después de avisar a la gente que
nadie se acercar más que a cierta distancia, que no pasaran de un lugar del
camino desde donde no se las podía ver... Me decía la madre que se las oía
llorar con tales voces y tal horror, que ella quiso correr hacia su hija, para
ver qué le pasaba; pero la echaron hacia atrás. Cuando terminó la visión, las
niñas vinieron a donde estaba la gente, y las vieron anegadas en lágrimas:
pidieron que confesara y comulgara todo el pueblo, que iba a pasar una cosa
muy horrible... María (la madre de Jacinta) pasó tal miedo, que no podía
dormir."
Exactamente seis años más tarde, el conocido albañil del pueblo, Pepe Díez, hablaba así a un matrimonio asturiano (yo lo escuché):"Miren, no es que quiera echármelas de valentón; pero yo soy un hombre que podemos decir no ha conocido el miedo. Ando de noche por cualquier rincón del pueblo, o por los caminos más apartados, lo mismo que de día...; nunca he sentido ningún sobresalto ni temblor. Pero aquellas noches de los gritos, reunidos todos allí en la oscuridad, oyendo a distancia los llantos y los chillidos de las niñas..., me temblaban de tal modo las piernas, que las rodillas daban la una contra la otra sin que yo lo pudiera remediar.
Exactamente seis años más tarde, el conocido albañil del pueblo, Pepe Díez, hablaba así a un matrimonio asturiano (yo lo escuché):"Miren, no es que quiera echármelas de valentón; pero yo soy un hombre que podemos decir no ha conocido el miedo. Ando de noche por cualquier rincón del pueblo, o por los caminos más apartados, lo mismo que de día...; nunca he sentido ningún sobresalto ni temblor. Pero aquellas noches de los gritos, reunidos todos allí en la oscuridad, oyendo a distancia los llantos y los chillidos de las niñas..., me temblaban de tal modo las piernas, que las rodillas daban la una contra la otra sin que yo lo pudiera remediar.
Ustedes no pueden imaginarse lo que fue
aquello. Nunca he vivido cosa igual."
¿Qué pudieron ver las niñas para romper así en exclamaciones y gritos que estremecían a todos?
Lo que vieron las niñas para dar esos gritos
La mencionada doña María Herrero de Gallardo,
que estuvo en Garabandal meses más tarde, según queda apuntado, pudo hablar con
Loli el domingo día 7 de octubre, fiesta del Rosario, y le preguntó, entre otras
cosas, por lo que ellas habían visto cuando la fiesta del Corpus:"¡Oh! –exclamó la
niña–. Aquello era horrible de ver. Nosotras estábamos totalmente
espantadas... y yo no encuentro palabras para explicar aquello...
Veíamos ríos que se
convertían en sangre... fuego que caía del cielo... Y algo mucho peor aún, que
yo no puedo revelar ahora.
El mensaje que dimos
entonces dice que no esperamos el Castigo, pero que, sin esperarlo, VENDRÁ...
La Virgen pidió a
todos que se confesaran y comulgaran."
Fernando Corteville, seglar francés, apóstol mariano y presidente de la asociación internacional "Hijos de Nuestra Señora de la Salette", decía en una nota de "L'Impartial", número 31, correspondiente a noviembre-diciembre de 1970:
"Hemos regresado de Estados Unidos con las mejores impresiones... La señora C. Saraco (La señora Carmela Saraco es una gran entusiasta de la Virgen y de su acción en Garabandal, y en este sentido desarrolla gran actividad por la región de Boston (Estados Unidos) tiene confirmados con la firma de María dolores (Mari Loli) los mensajes del 19 y 23 de junio de 1962, que hasta ahora no han sido publicados. Tales mensajes los recibió el P. Morelos hace unos tres años..." (El P. Gustavo Morelos, mejicano, ha tenido una gran parte en el movimiento pro-Garabandal, después de "los sucesos". Vino a España a finales de 1964 "con la debida autorización de sus superiores eclesiásticos", según declara él mismo en un escrito de 11967, "para estudiar las apariciones de la Santísima Virgen en el pueblo de San Sebastián de Garabandal...".
No es mucho lo que supo decir la niña; pero sí bastante lo que esas palabras dan a entender.
Fernando Corteville, seglar francés, apóstol mariano y presidente de la asociación internacional "Hijos de Nuestra Señora de la Salette", decía en una nota de "L'Impartial", número 31, correspondiente a noviembre-diciembre de 1970:
"Hemos regresado de Estados Unidos con las mejores impresiones... La señora C. Saraco (La señora Carmela Saraco es una gran entusiasta de la Virgen y de su acción en Garabandal, y en este sentido desarrolla gran actividad por la región de Boston (Estados Unidos) tiene confirmados con la firma de María dolores (Mari Loli) los mensajes del 19 y 23 de junio de 1962, que hasta ahora no han sido publicados. Tales mensajes los recibió el P. Morelos hace unos tres años..." (El P. Gustavo Morelos, mejicano, ha tenido una gran parte en el movimiento pro-Garabandal, después de "los sucesos". Vino a España a finales de 1964 "con la debida autorización de sus superiores eclesiásticos", según declara él mismo en un escrito de 11967, "para estudiar las apariciones de la Santísima Virgen en el pueblo de San Sebastián de Garabandal...".
Primero recibió todos los datos de signo negativo que le quiso proporcionar la
comisión de Santander, con el efecto que podemos imaginar; pero luego el trato
directo con las videntes y el escuchar a los testigos de primera línea le
llevaron al convencimiento de que lo ocurrido en Garabandal no tenía explicación
humana... "Regresado a mi país, Méjico, me dediqué a informar a nuestros
excelentísimos prelados..., con el deseo de dar a conocer, más que los "hechos"
en sí, los "mensajes" que las cuatro niñas han transmitido a la humanidad entera
de parte de su Visión."
A simple título de información señalamos aquí el hecho de que en la diócesis de Santander hay un extraño "movimiento" de prelados desde que empezaron los "sucesos" de Garabandal. ¡Ya van seis en once años!
Son los siguientes:
Don Doroteo Fernández Fernández; primero, obispo auxiliar con monseñor Eguino Trecu y después administrador apostólico; trasladado en 1962 a Badajoz.
Desde hace algún tiempo, presionado por altas jerarquías eclesiásticas (no olvidemos el apasionado celo con que el ex-obispo de Santander, monseñor Cirarda, se puso a acabar con lo de Garabandal, entre 1968 y 1971), ha tenido que guardar silencio.
A simple título de información señalamos aquí el hecho de que en la diócesis de Santander hay un extraño "movimiento" de prelados desde que empezaron los "sucesos" de Garabandal. ¡Ya van seis en once años!
Son los siguientes:
Don Doroteo Fernández Fernández; primero, obispo auxiliar con monseñor Eguino Trecu y después administrador apostólico; trasladado en 1962 a Badajoz.
Don Eugenio Beitia Aldazábal;
en 1962 se posesiona de la diócesis como obispo titular de la misma; no mucho
después, por causas no suficientemente conocidas, presenta su renuncia, que le
es aceptada, aunque continúa por algún tiempo al frente del obispado como
administrador apostólico.
Don Vicente Puchol Montís;
entra en Santander como nuevo obispo el año 1965; hace concebir muchas
esperanzas: es bastante joven y de las nuevas promociones; el 8 de mayo de
1967 perece trágicamente en un accidente de automóvil.
Don Enrique de Cabo;
elegido vicario capitular a la muerte de monseñor Puchol, está al frente de la
diócesis poco más de un año, no mucho después de cesar, muere repentinamente.
Don José María Cirarda Lachiondo;
en el verano de 1968 entra en Santander como nuevo obispo; también hace
concebir muchas esperanzas; en diciembre de 1971 se le pasa a la diócesis de
Córdoba.
Don Juan Antonio del Val Gallo;
en enero de 1972 toma posesión de la diócesis de Santander, a la que pertenece
y a la que retorna ahora después de un corto episcopado en la zona de Jerez de
la Frontera como auxiliar del arzobispo de Sevilla.
De su buena intención no puede dudarse; pensaban, sin duda, que estaban prestando a Dios un servicio.)
Según el texto inglés que tiene Carmela Saraco, lo dicho por Loli al P. Morelos (y posteriormente confirmado a ella por la vidente) es esto:
"A pesar de que seguíamos viendo a la Virgen –la "noche de los gritos"–, empezamos a ver también una gran multitud de gente, que sufría mucho y gritaba con la mayor angustia...
La Santísima Virgen explicó¡
que aquella gran tribulación –que no será aún el Castigo– vendría porque llegaría un momento en que la Iglesia daría la impresión de estar a punto de perecer...; pasaría por una terrible prueba.
Nosotras preguntamos a la Virgen cómo se llamaría a esa prueba, y Ella nos dijo que "comunismo".
Después nos hizo ver cómo el gran Castigo vendrá luego para toda la Humanidad, y que viene directamente de Dios...
En un cierto momento, ni un solo motor o máquina funcionará; una terrible ola de calor se abatirá sobre la tierra y los hombres empezarán a sentir una grandísima sed; buscarán desesperadamente el agua, pero ésta, con tanto calor, se evaporará. Entonces se apoderará de casi todos la desesperación y buscarán matarse unos a otros...; pero les fallarán las fuerzas, e irán cayendo por tierra:
Será el momento de que entiendan que ha sido Dios quien justamente ha permitido todo esto.
Vimos finalmente una multitud de gente envuelta en llamas. Corrían a tirarse en los mares y en los lagos; pero al entrar en el agua, ésta parecía hervir y, en vez de apagar las llamas, era como si las hiciese arder aún más...
Era tan horrible, que yo pedí a la Santísima Virgen que se llevase a todos nuestros niños (Bueno será recordar que Loli tenía, por aquellas fechas, unos cuantos hermanos pequeños.) con Ella antes de que llegase aquello. Pero la Virgen nos dijo que, cuando ocurra, todos serán ya mayores..."
Cualquiera puede cotejar estas palabras de Loli con lo que se dice en el Apocalipsis, 16, 8-12
Cualquiera puede cotejar estas palabras de Loli con lo que se dice en el Apocalipsis, 16, 8-12, sobre los efectos que producirá el derrame de las copas cuarta, quinta y sexta.
Todo esto es sencillamente impresionante.
A más de uno le hará reflexionar, para su salud". Pero mucho me temo que bastantes otros... Los "carismáticos" del optimismo ante la actual situación de la Iglesia, que en todas sus convulsiones ven sólo "crisis de crecimiento" y detectan con seguridad, no sé por qué signos, la llegada de una "desconocida primavera", invalidarán todo lo antedicho como si de una mala profecía se tratara. Una mala profecía de los desfasados y consabidos "profetas de catástrofes"...
Me imagino que los auténticos profetas están para comunicar al pueblo de Dios –opportune et importune"– lo que éste necesita saber; y nadie duda de que todos necesitemos, más de una vez, de severas advertencias o amonestaciones. No es la materia de la profecía lo que distingue a los falsos de los auténticos profetas... Que al pueblo de Dios (más a sus "guías" que él mismo) no le guste oír de ciertas cosas, resulta bien comprensible, pero quizá nada saludable. Tampoco al Israel de los tiempos de Jeremías le gustaba nada la machacona insistencia de aquel "profeta de desgracias"; gustaba mucho más de los simpáticos vaticinadores del mejor porvenir... Pero todos conocemos los resultados.
A la misa solemne no faltó nadie y casi todos comulgaron. Después, durante la procesión con el Santísimo por las calles del pueblo, limpias y engalanadas, resonaron como nunca los tradicionales cantos de homenaje al Dios oculto, al Señor sacramentado.
Como si a propósito se buscase dejar totalmente la atención para los misterios de la jornada, las niñas videntes no dieron ocasión aquel día para ningún espectáculo.
Referente a Garabandal, aunque todos ellos han mantenido oficialmente la postura negativa de la Comisión, sólo dos han luchado en contra abiertamente: monseñor Puchol, que creyó haber acabado con Garabandal, y monseñor Cirarda, que con todas sus fuerzas quiso acabar...
De su buena intención no puede dudarse; pensaban, sin duda, que estaban prestando a Dios un servicio.)
Según el texto inglés que tiene Carmela Saraco, lo dicho por Loli al P. Morelos (y posteriormente confirmado a ella por la vidente) es esto:
"A pesar de que seguíamos viendo a la Virgen –la "noche de los gritos"–, empezamos a ver también una gran multitud de gente, que sufría mucho y gritaba con la mayor angustia...
La Santísima Virgen explicó¡
que aquella gran tribulación –que no será aún el Castigo– vendría porque llegaría un momento en que la Iglesia daría la impresión de estar a punto de perecer...; pasaría por una terrible prueba.
Nosotras preguntamos a la Virgen cómo se llamaría a esa prueba, y Ella nos dijo que "comunismo".
Después nos hizo ver cómo el gran Castigo vendrá luego para toda la Humanidad, y que viene directamente de Dios...
En un cierto momento, ni un solo motor o máquina funcionará; una terrible ola de calor se abatirá sobre la tierra y los hombres empezarán a sentir una grandísima sed; buscarán desesperadamente el agua, pero ésta, con tanto calor, se evaporará. Entonces se apoderará de casi todos la desesperación y buscarán matarse unos a otros...; pero les fallarán las fuerzas, e irán cayendo por tierra:
Será el momento de que entiendan que ha sido Dios quien justamente ha permitido todo esto.
Vimos finalmente una multitud de gente envuelta en llamas. Corrían a tirarse en los mares y en los lagos; pero al entrar en el agua, ésta parecía hervir y, en vez de apagar las llamas, era como si las hiciese arder aún más...
Era tan horrible, que yo pedí a la Santísima Virgen que se llevase a todos nuestros niños (Bueno será recordar que Loli tenía, por aquellas fechas, unos cuantos hermanos pequeños.) con Ella antes de que llegase aquello. Pero la Virgen nos dijo que, cuando ocurra, todos serán ya mayores..."
Cualquiera puede cotejar estas palabras de Loli con lo que se dice en el Apocalipsis, 16, 8-12
Cualquiera puede cotejar estas palabras de Loli con lo que se dice en el Apocalipsis, 16, 8-12, sobre los efectos que producirá el derrame de las copas cuarta, quinta y sexta.
Todo esto es sencillamente impresionante.
A más de uno le hará reflexionar, para su salud". Pero mucho me temo que bastantes otros... Los "carismáticos" del optimismo ante la actual situación de la Iglesia, que en todas sus convulsiones ven sólo "crisis de crecimiento" y detectan con seguridad, no sé por qué signos, la llegada de una "desconocida primavera", invalidarán todo lo antedicho como si de una mala profecía se tratara. Una mala profecía de los desfasados y consabidos "profetas de catástrofes"...
Me imagino que los auténticos profetas están para comunicar al pueblo de Dios –opportune et importune"– lo que éste necesita saber; y nadie duda de que todos necesitemos, más de una vez, de severas advertencias o amonestaciones. No es la materia de la profecía lo que distingue a los falsos de los auténticos profetas... Que al pueblo de Dios (más a sus "guías" que él mismo) no le guste oír de ciertas cosas, resulta bien comprensible, pero quizá nada saludable. Tampoco al Israel de los tiempos de Jeremías le gustaba nada la machacona insistencia de aquel "profeta de desgracias"; gustaba mucho más de los simpáticos vaticinadores del mejor porvenir... Pero todos conocemos los resultados.
Un segundo mensaje de Loli y
Jacinta
Podemos imaginarnos bien cómo sería
en Garabandal la fiesta del Corpus, la gran fiesta de la
Eucaristía, en ese año de gracia de 1962, después de tal
"vigilia" y después de tal recepción del sacramento de la penitencia.A la misa solemne no faltó nadie y casi todos comulgaron. Después, durante la procesión con el Santísimo por las calles del pueblo, limpias y engalanadas, resonaron como nunca los tradicionales cantos de homenaje al Dios oculto, al Señor sacramentado.
Como si a propósito se buscase dejar totalmente la atención para los misterios de la jornada, las niñas videntes no dieron ocasión aquel día para ningún espectáculo.
"Fue Mari Cruz al "Cuadro"
–escribe don Valentín–; iba natural y, al llegar, se
arrodilló y quedó en éxtasis; pero no habló nada... Las
demás niñas no tuvieron aparición." El día siguiente, viernes, no hubo
aparición alguna.
Pero al otro día, sábado, 23 de junio, aunque de él no tenemos referencia alguna, debió de rematarse lo de las dos "noches de los gritos", pues lleva fecha de ese día un segundo mensaje de Loli y Jacinta
"La Virgen nos ha dicho:
que el mundo sigue igual,
que no se ha cambiado nada
que pocos verían a Dios;
son tan pocos, que a la Virgen le da mucha pena.
¡Qué pena que no cambie!
La Virgen nos ha dicho que esta llegando el Castigo.
Como el mundo no cambia, la copa se está llenando.
¡Qué triste estaba la Virgen!
Aunque a nosotros no nos lo dé a ver,
porque la virgen nos quiere tanto...;
Ella lo sufre sola, porque es tan buena.
¡Sed buenos todos, para que la Virgen se ponga contenta!
Nos ha dicho que pidamos los que somos buenos por los que son malos.
Sí, pidamos a Dios por el mundo, por los que no le conocen.
Sed buenos, muy buenos todos.
que no se ha cambiado nada
que pocos verían a Dios;
son tan pocos, que a la Virgen le da mucha pena.
¡Qué pena que no cambie!
La Virgen nos ha dicho que esta llegando el Castigo.
Como el mundo no cambia, la copa se está llenando.
¡Qué triste estaba la Virgen!
Aunque a nosotros no nos lo dé a ver,
porque la virgen nos quiere tanto...;
Ella lo sufre sola, porque es tan buena.
¡Sed buenos todos, para que la Virgen se ponga contenta!
Nos ha dicho que pidamos los que somos buenos por los que son malos.
Sí, pidamos a Dios por el mundo, por los que no le conocen.
Sed buenos, muy buenos todos.
MARÍA DOLORES MAZÓN, 13 años
JACINTA GONZÁLEZ, 13 años."
JACINTA GONZÁLEZ, 13 años."
Los sencillos de corazón no tendrán
gran dificultad para entender correctamente este mensaje.
Los complicados o soberbios es fácil que choquen con él. Si es
que no lo desprecian por demasiado pueril...
Bien: con él se cierra
indudablemente un capítulo –importantísimo– en el intrincado misterio
de Garabandal.
Y una cosa queda bien clara. que
vamos hacia algo terrible, si no corregimos el rumbo y
entramos por mejores caminos.
El Santo Sacerdote estigmatizado Padre Pío de Pietrelcina
escribió en 1962 una carta a las niñas videntes de Garabandal donde les
dice:
Queridas
Niñas:
A las nueve de esta mañana la Santa Virgen Maria me ha hablado de vosotras, queridas niñas, de vuestras visiones y me ha dicho:
“Benditas niñas de San Sebastián de Garabandal yo os prometo que estaré con vosotras hasta el fin de vuestra vida y vosotras
estaréis conmigo hasta el fin del mundo y luego en el gozo del
paraíso”.
Con
la presente os remito una copia del Santo Rosario de Fátima que la
Santísima Virgen me ha ordenado de enviaros. Este Rosario ha sido
dictado por la
Santísima Virgen y quiere que sea propagado para la salvación de
los pecadores y para la preservación de la humanidad de los peores
castigos
con que el buen Dios está amenazando.
Una sola es la recomendación: Rezad y haced rezar, porque el mundo está en el camino de la perdición.
No creen en vosotras ni en vuestros coloquios con la blanca Señora pero creerán cuando sea demasiado tarde. (lo subrayado es mio)
3 de Marzo de 1962
Es muy interesante y reflexivo, aunque no sencillo de entender
ResponderEliminarDios nos de gracia, gloria, fe y perdón.